jueves, 24 de septiembre de 2009

El encanto de la Caleta


Hemos visto salir de sus aguas a una imponente Halle Berry y desembarcar a las tropas españolas en la película del capitán Alatriste. La playa de la Caleta, la única del casco antiguo de Cádiz, tiene un encanto especial, protegida por el castillo de San Sebastián y el baluarte de la Candelaria y sembrada de pequeñas barquitas de pescadores. Y sembrada también de gracia gaditana, que con el final del verano sufrió una curiosa baja, la de Juan "el Ardentía", que, según ya me había contado Gema, era el socorrista de la playa y hacía las veces de voz del megáfono para avisos varios.

El problema de tan singular personaje consistió en darle a su trabajo la gracia y la naturalidad que tan común es en el barrio de la Viña, cuna del Carnaval gaditano y cuyos vecinos copan prácticamente esta pequeña playa. Según me decía Gema, el Ardentía avisaba de que iba "a tomar un cafelito" y pedía, por favor, que nadie se ahogara en ese ratillo. Y despedía el día con lindezas como "nos vemos mañana, no se vayan a Punta Cana".

En el Diario de Cádiz, a finales de agosto, se informaba de que la empresa burgalesa encargada de los servicios de esta playa, alertada por miembros de Protección Civil que pensaban que esos mensajes podían llevar a confusión a los usuarios, había decidido apartar al socorrista del micrófono.

Acompañaba el Diario la noticia con otras frases del Ardentía, como "tengan cuidado en el baño porque viene una plaga de medusas con muy malas ideas", "quedan prohibidos los juegos de pelota, cómprense un parchís", y "traigan una rebequita mañana porque va a cambiar el viento". Otra despedida al final del día: "Son las nueve de la noche, finalizan los servicios de playa. Mañana os espero a todos y no faltéis porque me he quedado con vuestras caras".

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