jueves, 19 de noviembre de 2009

Felicidades, UE

Parece mentira. Me voy a Nueva York en unas horas y no contaba con que saldría de Madrid conociendo los nombres del primer presidente de la Unión Europea y de la sustituta de Javier Solana al frente de la política exterior.

Y para mi sorpresa, a primera vista, parece que nuestros líderes han elegido más o menos bien. Desde luego, les ha salido la carambola: el presidente ha reunido el consenso de todos, lo que no es poco cuando sabíamos que cualquier otro candidato oficial (léase Tony Blair) tenía más detractores que amigos; y lo que más me sorprende de todo, para la política exterior han elegido a una mujer, británica y del grupo socialista.

Así que era posible que tuviéramos, por fin, a una mujer en un cargo relevante de la UE, a pesar de que nuestros líderes no parecían muy por la labor, a juzgar por las candidaturas que habíamos conocido en los días previos. Y era posible elegir a un británico, para mantener al Reino Unido cerca del corazón de la UE ahora que se ve venir un cambio de Gobierno que llevará a los euroescépticos conservadores a poner cuantas zancadillas estén en su mano contra la construcción europea. Y para colmo, el grupo socialista ha logrado que el segundo puesto más importante de la UE (la nueva representante de Exteriores será, además, vicepresidenta) sea para una laborista.

Confieso que estaba dispuesto a despotricar, por primera vez, contra la UE, yo que soy europeísta a ultranza, porque no confiaba en lo que iban a hacer nuestros mandatarios. Quería que hubiera una mujer, aunque ni siquiera Timothy Garton Ash, a quien leo cuando puedo, apostaba por ello.

Ahora queda pasar a la acción, que el belga Herman Van Rompuy y la británica Catherine Ashton demuestren que son algo más que dos nombres que han logrado el consenso de los 27 porque, al menos, no suscitaban el rechazo de nadie.

lunes, 16 de noviembre de 2009

¿A qué viene esa peluca?


Se acerca la Navidad, cada año llega antes. En Madrid, el 1 de noviembre marca prácticamente el inicio de las fiestas, especialmente por la presencia masiva de visitantes en las calles del centro.

Este año la iluminación navideña de la capital se empezó a instalar a finales de octubre, dicen algunos que para incentivar el consumo y corregir la tendencia deflacionista. El encendido aún tardará un par de semanas, se anuncia para el 29 de noviembre.

Las obras del centro de la ciudad empiezan a dejar ver el resultado final y el público ocupa los nuevos espacios peatonales antes incluso de que se retiren las vallas; para eludirlas, ya están los avispados que prefieren cortar camino en lugar de procesionar lentamente por los saturados y estrechos pasos perimetrales de la plaza del Callao. Apenas termine el losado de esta plaza, veremos lo que el ayuntamiento sueña como un Times Square madrileño: abeto gigante, estrella de cristal de grandes dimensiones en la punta y pista de patinaje a sus pies, por gentileza de El Corte Inglés.

Mientras, en Sol, un enorme cono a modo de árbol navideño ocupa ya gran parte del espacio que los peatones creían suyo. Y no tardaremos, me temo, en ver de nuevo esas pelucas que a los hombres les ha dado por lucir en los últimos años durante estas fechas.

Santiago Carrillo ha recuperado la que llevaba puesta cuando entró clandestinamente en España en 1976 –la que le entregó Jaime Mayor Oreja en 1996 era falsa, aunque entonces no lo supieron–. Pero esos rizos castaños ya no se llevan, a juzgar por los charoles azules y plateados que no pocos viandantes prefieren lucir, confundidos quizá con el Carnaval.

Yo, la verdad, no me explico algunas "tradiciones" espontáneas, que parecen surgir como setas. Este año, el mercado navideño de la plaza Mayor no tendrá las habituales casetas rojas, sino el aspecto de un pueblo de montaña suizo. No creo que en las alturas helvéticas abunden los hombres con pelucas brillantes, pero seguro que en Madrid, una vez más, serán un éxito de ventas.