miércoles, 29 de diciembre de 2010

2010 acaba con buen pie

A pesar de la crisis, soy poco dado a quejarme. En lo que a mí respecta, el trabajo no está fácil, la situación económica me ha restado algunas colaboraciones y no consigo quitarme de encima el piso que compré en mi pueblo hace unos años, cuando las cosas pintaban mejor y la cuenta vivienda vencía su plazo.

Pero como siempre hay una cara buena para las cosas, es la que yo tiendo a mirar. Estas navidades he conseguido librarme de unos inquilinos morosos, no precisamente con la ayuda de la agencia inmobiliaria que me los colocó ahí, con el aval, que ha resultado ser un bluf, de la Junta de Andalucía, y menos aún del seguro que también me colocaron, aunque en su caso, al menos, he recibido algo de asesoramiento (bastante caro, eso sí).

Llego a 2011 libre de unos inquilinos indeseables que han hecho buenos a los anteriores, no por ello precisamente deseables, que eran además muy poco dados al aseo personal y del hogar.

Me niego a ver la cara triste de la vida, ya estuve unos años en el lado oscuro, absorbidas mis energías y mis capacidades por la viva encarnación del egoísmo y la mala leche, disfrazada de amiga, que al menos me enseñó una cosa que espero no olvidar: cómo no ser un idiota, otra vez.

Y quizá sea por mi optimismo, quizá porque he recuperado mi autoestima o porque simplemente me lo he currado, el caso es que 2010 termina mucho mejor de lo que empezó, y tengo que decirlo. Me entusiasman mis emprendedoras en Yo Dona, pero ya no están solas, hoy ha salido mi primera colaboración en Mía, he recibido el número de diciembre de Brandlife, que he coordinado, he cerrado el primer trimestre del taller de prensa en el instituto Beatriz Galindo...

En fin, sería estúpido quejarme de un año en el que he logrado vivir de lo que me gusta, con la inestimable ayuda de muchos amigos, estos sí de verdad, como Ángel, Cristina, Raquel, Carmen, Nela y, por supuesto, Santi.

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