lunes, 29 de diciembre de 2008

Sorprendente Cádiz







He aprovechado uno de mis pocos días de vacaciones navideñas para pasear como un turista por Cádiz. Hace muchos años que no me daba ese placer, iba siempre a tomar unas cañas, a cenar, a la playa, a ver a Gema... Esta vez decidí pasear, ver todo eso de lo que he oído hablar en los últimos tiempos, y también volver a otros lugares que apenas mantenía en el recuerdo.

Lo primero fue la Punta de San Felipe, donde descubrí los dobladillos tan de pequeño, que ni recuerdo cuándo. El dobladillo: tan sencillo como rico bocata de caballas de lata con rodajas de tomate y mayonesa. Y aquello ha cambiado, los rellenos de tierra sobre el mar han transformado la configuración del lugar, pero en esencia sigue siendo el extremo de la boca del puerto de Cádiz, lleno de pescadores y de gatos esperando la limosna en forma de pescado.

Lo que más me sorprendió, por cómo lo había relativizado en mi memoria, fue el parque Genovés, repleto de plantas cuidadísimas y verdes, muy verdes, en contraste con el albero. Y la cascada... No pude reprimir el impulso de subir a lo alto para ver desde allí el otro extremo de la Bahía.

Otra sorpresa fue el castillo de Santa Catalina, que hasta hace pocos años fue militar y desde su recuperación para la ciudad se ha restaurado y se puede visitar. Y la verdad, creo que es como viajar en la máquina del tiempo. Espero que el castillo de San Sebastián, en el otro extremo de la Caleta, quede igual de bien para el segundo centenario de la Constitución de Cádiz, en 2012.

El Campo del Sur, las catedrales, el teatro romano –sigue siendo mi asignatura pendiente– me recuerdan que tengo que ir más por allí. El día se me hizo corto y ya sólo pude visitar la casa del Obispo, que es como cortar transversalmente el terreno para ver la historia de Cádiz, y subir a la torre de Poniente de la catedral. Muchos metros de subida en rampa, que se hacen cortos por los ventanales que se van interponiendo en el camino, y al llegar arriba, la sensación de tener a la ciudad en las manos, que te hace sentir el malo de una película de terror gracias a la tenebrosa voz en off que, desde un altavoz, te cuenta la historia de lo que desde allí se puede ver.

Para coronar todo esto, y antes de tomar un café en casa de Gema, pescaíto frito en Las Flores, el mejor broche de un día en Cádiz.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Vuelta a mi estrés (del bueno)

Quien me conoce sabe que no puedo andar quieto, así que se podría decir que vuelvo a mi estado natural. Después de un par de meses de desintoxicación de mi anterior trabajo, esta semana he vuelto a una redacción, la de Control Publicidad, revista con la que colaboro habitualmente y en la que voy a cubrir una baja por maternidad durante los próximos meses.

He llegado en pleno cierre y, por si fuera poco, ayer, el mismo día que empecé allí, asistí a mi primera clase de Historia del Arte en el instituto, en el nocturno, para que me dé tiempo a todo. No, no vuelvo a hacer COU, iba como profesor en prácticas del CAP, otro entretenimiento que me he buscado y que este sábado me llevará por tercera vez de 9 a 14 horas a Somosaguas. Vamos, que me levantaré a las siete de la mañana.

Así que tendré que esforzarme por mantener alimentado este blog que, según el Analytics, reclama su dosis de letras más o menos frecuente para no caer en el olvido de mis poquitos lectores. Además, intentaré contar cosas interesantes y no seguir hablando de mí, que no creo, la verdad, que lo sea mucho. Trataré también de no excederme contando anécdotas sobre las maltratadas salas de cine, que Santiago ya me ha llamado la atención.

La verdad es que tengo más buenas noticias sobre mí y mi futuro, y ésas sí me apetece contarlas, pero prefiero hacerlo cuando sean presentes, y para eso me toca currar bastante para llegar a mayo con el trabajo a punto.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Buenas noticias


Hay días, semanas e incluso meses en los que no pasa nada, nada que se pueda destacar, como si la vida fuera un pasar el rato. Y de pronto, todo empieza a ocurrir. La verdad es que no creo en la Navidad, aunque, por supuesto, me encanta el hecho de reunirme con mi familia alrededor de la Nochebuena, y también hacer algo especial con los amigos en Nochevieja. Pero a la vez son fechas un poco tristes porque, por la misma razón, te acuerdas más de la gente que ya no está. En fin, no me voy a poner sentimental y voy a presumir un poco.

El sábado me llegó un correo de lo más inesperado. Era Vanesa, compañera del instituto Santa María del Rosario, de Cádiz. Me había localizado por casualidad, a través de este blog, cuando buscaba cosas sobre Obama. Vanesa fue una gran amiga, incluso tuvimos nuestra época de novietes, éramos cómplices de todo lo que pudiéramos urdir, siempre enredando. Nos separamos en COU, cuando yo me fui a vivir a Chiclana y ella a Benalup. Nuestro último encuentro fue en la selectividad, y desde entonces me he preguntado muchas veces qué sería de ella. Y ahí está, en su pueblo, tan loca como siempre a juzgar por lo que me cuenta. Tenemos una cita desde que estábamos en el instituto, como en las películas ñoñas: “Dentro de equis tiempo, tal día a tal hora, quedamos en Canalejas y nos contamos qué es de nuestras vidas”. Y se acuerda como yo, así que quizá la hagamos realidad esta Navidad. La foto, por cierto, es del puerto de Cádiz visto desde Canalejas, muy cerquita del Rosario, como lo llamábamos.

A todo esto, mi experimento como periodista freelance parece funcionar a medio gas. Mientras busco instituto, esta vez en Madrid y como profesor en prácticas para sacarme el CAP, hoy me ha salido una sustitución por maternidad en Control Publicidad, uno de mis clientes, así que los próximos cuatro meses, más o menos, los voy a tener más ocupados de lo habitual, y mi búsqueda de instituto se reduce a los que tienen clases por la tarde.

También hoy me he encontrado a Ángel. Iba yo de camino a la estación de Príncipe Pío, a sacarme los billetes de tren para las fiestas. Y veo a Angelito y se me copia su cara de sorpresa. Le pregunto cuándo salen mis colaboraciones para Yo Dona, y me confiesa que la primera ya salió el sábado pasado. Después del tirón de orejas, me promete que me guardará un par y me enviará el pdf.

Y para terminar, ayer contacté por fin con la editorial para hablar de mi libro, pero de eso me da más miedo hablar. Este proyecto ya se atascó una vez y prefiero contarlo cuando sea real. Por ahora, sólo sé que están interesados y el martes, cuando el editor vuelva de la feria de Guadalajara, pondremos fecha a una reunión. Agradeceré que crucéis los dedos por mí.

Bueno dos cositas más: por fin casi hemos cerrado otro número de Crónicas Helvéticas, y Toni, otra novieta de mi juventud, ha sido mamá de Alejandro. ¡Felicidades!