lunes, 29 de agosto de 2011

Bricolaje de fin de semana

Que nadie piense que quitar la pintura a un mueble es fácil. El sábado empecé a quitar las dos capas de rojo que hace unos años di al mueble de la entrada, y no terminé hasta bien entrada la tarde del domingo. La hazaña mereció la pena, a pesar de que en el camino recordé por qué lo había pintado en su momento. El barniz, claramente estropeado y lleno de marcas, me obligó a seguir lijando hasta que la madera asomó limpia.

Ahora sólo me queda dar una capa de tapaporos y cambiar los tiradores. Se nota el cambio, ¿no?

viernes, 26 de agosto de 2011

Desigual regreso a los simios y los goonies

He vuelto de mis vacaciones con muchas ganas de cine, tantas que pensé que lo mejor era ver algo ligero, entretenido, ciencia ficción con un poco de acción. Y cometí el error de empezar con El origen del planeta de los simios. No esperaba gran cosa más que lo que he dicho, entretenerme un rato, pero tampoco imaginaba que el guion iba a ser tan flojo, rozando lo estúpido. ¿Por qué tienen que ser los buenos tan buenos y los malos tan malos? ¿Por qué hay que justificar (cuidado quien no la haya visto, si es que aún tiene ganas de tragársela) los graves errores del protagonista para convertirlo en una víctima más, si me estás contando que sus errores egoístas, uno detrás de otro, son los que provocan todos los problemas que se suponen en el futuro?

Entretenida es, los efectos son buenos, pero el débil guion, obsesionado por proclamar santo al protagonista, y algunas ideas absurdas, como suponer que los simios, al cobrar inteligencia, van a caminar erguidos por obra y gracia de Hollywood, me sacan un poco de mis casillas. Y ojo a la milagrosa evolución de las cuerdas vocales, ojalá todos vocalizáramos tan bien.

Por suerte, cuando quise reponerme del susto, dos días después, fui a ver Súper 8, y esta vez sí logré entretenimiento, acción y ciencia ficción sin sentirme estúpido. Si la película de los simios pretendía enganchar a los nostálgicos del clásico de Charlton Heston (la otra la dejamos para la siesta de sobremesa del fin de semana), la película que ha unido a Steven Spielberg con el creador de Perdidos y Fringe, J.J. Abrams, apela claramente a los que fuimos niños cuando los Goonies huían de los Fratelli en busca del tesoro de Willy el Tuerto. Absolutamente recomendable.

martes, 2 de agosto de 2011

El papa, un visitante molesto

Este mes de agosto vamos a sufrir en Madrid la visita de Joseph Ratzinger, más conocido desde su nombramiento como papa Benedicto XVI. Con un poco de suerte, yo no estaré por aquí esos días, pero no deja de desagradarme la visita de este "representante" de la iglesia.

Respeto profundamente a la iglesia católica, igual que hago con los judíos, los musulmanes y todos los que me respeten a mí del mismo modo que yo a ellos. Además, por las circunstancias concretas de este país, fui bautizado como católico y he recibido una formación en la que a menudo se ha colado la moral cristiana, que tiene mucho de bueno.

El problema llega cuando las cabezas visibles de esta iglesia, echando por tierra el trabajo de tantos creyentes y tanta gente que trabaja en su nombre para ayudar a los demás, se empeña en dirigir no solo los pensamientos y acciones de sus miembros, que lo son de manera voluntaria, sino de los que aun habiendo sido bautizados no nos sentimos parte de ella y, más grave aún, de todos los que viven en alguno de los países que esta religión considera suyos por tradición o por contar con una mayoría de practicantes.

No tolero que el papa venga a mi ciudad a decirme si puedo usar un condón, con quién me puedo casar, si me puedo divorciar ni los hijos que tengo que tener, y mucho menos acepto que proteja a la mayor piara de pederastas que ha conocido la historia de la humanidad, encabezados por el fundador de los legionarios de Cristo, Marcial Maciel, amigo personal y consentido de Juan Pablo II, ese papa al que todos creíamos tan bueno y al que su sucesor se empeña aún en hacer santo.

Cuando el papa deje de decirme lo que puedo o no puedo hacer con mi vida, yo callaré lo que pienso sobre el machismo que impide el ordenamiento de mujeres para el sacerdocio, o lo beneficioso que sería adoptar la opción del matrimonio para los curas, con un celibato voluntario para quien lo elija. Entonces yo mismo le daré la bienvenida cuando venga a Madrid. De momento, le ruego que se quede en el Vaticano y no venga a molestar. Y si puede llevarse a Rouco con él, muchos se lo agradeceremos.