viernes, 10 de octubre de 2008
Emigrantes suizos
Después de cinco años escribiendo y editando para Crónicas Helvéticas, aún hay gente que me pregunta si el tema hispanosuizo da para tanto. Y llama la atención, pero sí. El año pasado tuve el honor de entrevistar a la presidenta suiza, y ahora, sin ir más lejos, estoy escribiendo sobre uno de mis temas favoritos, la guerra de la Independencia. El que me ha llevado hasta ahí ha sido Teodor Reding, uno de los principales artífices de la victoria en 1808 de las tropas españolas sobre las francesas en la batalla de Bailén, que supuso la primera derrota de Napoleón en campo abierto.
Los suizos, que durante muchos años del siglo XX recibieron a inmigrantes españoles e italianos y que ahora están conociendo el fenómeno de la inmigración ilegal, fueron durante siglos emigrantes, y en su mayoría se dedicaban a engrosar las filas de los ejércitos extranjeros. A España llegaban, de forma ordenada por acuerdos de la monarquía con los cantones católicos, para formar parte de regimientos suizos –hasta doce llegó a haber-– en los que mantenían su vestimenta, su organización y sus tácticas.
Teodor Reding llegó a España con 16 años (otras fuentes dicen que con 14) y en 1808, ya con 53, era general y gobernador de la provincia de Málaga, donde más de 150 suizos habían dejado su vida unos años antes luchando contra las epidemias de fiebre amarilla. Entre los seis regimientos suizos que había en España entonces, apenas hubo supervivientes en la guerra contra Francia. Fueron seis años, hasta 1814, porque aunque la batalla de Bailén fue la primera prueba que obtuvo Napoleón de que no era invencible, no sirvió para vencer la guerra.
Ahora una estatua en homenaje a Reding, que murió en Tarragona en 1809, se alza en la plaza que lleva su nombre en el pueblo jiennense de Bailén, y yo, como gaditano, me pregunto si Cádiz habría resistido tantos años a los intentos de invasión de los franceses sin aquel muro de contención que no sólo paró la hasta entonces cómoda marcha de cerca de 20.000 hombres, sino que derribó la arrogancia y la vanidad de un ejército que, como tantos otros antes y después que él, creyó que el mundo acabaría rendido a sus pies.
Lástima que nuestros antepasados no tuvieran reflejos para frenar el regreso de Fernando VII, uno de los reyes más nefastos de nuestra historia.
Para saber más sobre Reding, recomiendo visitar voluntariosbatalladebailen.blogspot.com, de donde he tomado prestada la foto.
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2 comentarios:
No hay nada como los SUIZOS y las SUIZAS, ¿a que sí? BESITO. Me ha gustado mucho.
Sobre suizos y suizas, existieron como etnia hasta que Julio César los exterminó.
Desde entonces, los suizos son puro mestizaje, quién lo iba a decir.
No recuerdo conocer suizas... espera, sí, Irene Jacob en Rojo de Kieslowski!
Salud y Suerte.
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