miércoles, 22 de octubre de 2008

Y dale con la crisis


La economía no es precisamente uno de mis temas favoritos. Es de las secciones que paso más rápidamente cuando leo el periódico. Así que ahora que la crisis económica invade las otras secciones –hasta Briatore hablaba de cambios en la Fórmula 1 para no sucumbir a ella–, tardo menos en leer las noticias. Por eso es posible que diga cuatro burradas aquí, pero ahí van, con la osadía del que sabe que tiene pocos lectores, por el momento.

Para empezar, lo más osado lo dije, al parecer, ya antes de las elecciones generales, cuando aseguraba a quien me quería oír que la crisis era ficticia en España, que desaparecería al terminar el recuento de los votos. A pesar de todo, me permito seguir defendiendo en cierto modo esa postura, porque creo que la razón auténtica de la crisis en este país es la desconfianza –de bancos, de empresarios y de consumidores–.

Es cierto que hay una crisis real producida por la codicia de algunos bancos. Eso ha empezado en Estados Unidos, y creo que todavía no he oído suficientes críticas a Alan Greenspan, el que era el todopoderoso y admiradísimo director de la Reserva Federal cuando todo esto comenzó. Están todos ocupados en seguir mofándose de Bush, haciendo más leña del árbol caído ahora que ya no tiene margen de maniobra. Que sí, que también, pero es que sólo hay que ir a la hemeroteca para ver cómo a tantos analistas se les hacía la boca agua con lo bueno que era Greenspan, qué listo, qué haremos cuando se jubile...

Cierto es también que la consabida globalización ha contagiado a otras economías, que muchos bancos de otros países habían comprado basura de los bancos estadounidenses y ahora sufren las consecuencias. Pero ¿cuál es la verdadera crisis que hay en España? La verdadera crisis, creo yo, consiste en que cualquier ciudadano medio que vaya al banco a pedir un crédito no lo va a obtener ni poniendo sus valores inmobiliarios como aval: los bancos quieren líquido, no quieren llenar sus activos de propiedades embargadas porque de ésas ya van a tener seguro. Hasta hace poco más de un año, te podían dar una hipoteca hasta ¡a 50 años! incluso con una nómina de un contrato por obra. Ahora todo eso se les atraganta, y no dan créditos y por eso, más que por otra cosa, no se venden coches, no se venden casas y no se gasta en nada que pueda salirse del presupuesto ordinario de un ciudadano medio.

Mientras, el ciudadano medio coge miedo y, claro, no se atreve a comprarse el piso con el que soñaba –y si se decide, el banco no le da el crédito–, pero sí que sale a cenar y se va de compras. Puede que viviendo en el centro de Madrid, mi visión esté un poco empañada, pero he hecho el experimento varias veces, incluso un miércoles, y no he conseguido cenar en un restaurante sin reserva, ¡y mira que hay unos pocos!

Otro punto de la crisis, y ahí sí que hay víctimas de verdad, es el capítulo euríbor, el interés de los préstamos que se hacen los bancos entre sí. Me cuesta entender que los bancos quieran evitar los impagos y sigan subiendo este interés hasta niveles que casi me atrevería a calificar de usura. Mientras la falta de crédito y confianza empuja a los trabajadores al paro, las hipotecas de muchos de ellos suben hasta niveles insoportables. Yo mismo pago un 25% más que hace dos años.

Dicho esto, es posible que haya una segunda parte de este tedioso texto, porque aún no he hablado de la burbuja inmobiliaria, del millón de pisos nuevos que no se venden ni se van a vender en mucho tiempo ni de otros aspectos de esta crisis que, cuando a los bancos se le pase el miedo atroz que nos han cogido, nos habrá dejado con poco más que lo puesto.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues sí, pero tú dices que eres ignorante en el asunto, yo lo soy más y lo que no soporto es que ahora que los hijos de puta de los bancos han jugado a especular con el dinerín de los demás, los mafiosos inmobiliarios a enriquecerse, los que tienen que pagar el pato de la crisis sean como siempre los obreros... los ricos serán más ricos, no les afecta y los de en medio (como el de los chichos) son los que tienen que responder con un apretarse el cinturón y que el estado intervenga con arcas llenas y que nunca se han inclinado por una mayoría que busca más beneficios sociales para todos en el día a día. Ahora sí que hay dinero, pero de mejoras sociales pocas. Maniqueismo por mi parte, quizás, pero, indignación, sí.
Cañas y frutos secos siempre.

Juanra Gómez dijo...

Es lo que tiene la economía. Siempre pierden los mismos. Más ideas para una segunda parte.

polonium210 dijo...

Pero, ¿alguien de ustedes participó de la fiesta previa a esta "crisis"?
Lo peor de esta supuesta "crisis", es que hay mucha gente que tiene restricciones económicas desde hace más años... y no protestan.

Pagar a un banco por los intereses de una hipoteca nunca fue buena idea.
Mejor es pagar al Estado (¿dónde habré dejado mi espiritu anárquico?).


Salud y Suerte.